JUSTIFICACIÓN:
El Consejo de Europa, en su Resolución de 1998, define la dependencia en términos generales como «la necesidad de ayuda o asistencia importante para las actividades de la vida cotidiana». Y, más concretamente, añade que es el estado en el que se encuentran personas que, por razones ligadas a la falta de pérdida de autonomía física, psíquica o intelectual, tienen necesidad de asistencia y/o ayuda importantes para realizar las actividades de la vida cotidiana».
Por tanto, la dependencia está asociada con tres factores: la existencia de una limitación física, psíquica o intelectual que merma de las capacidades de la persona; la incapacidad de la persona para realizar por sí misma las actividades de la vida diaria y, la necesidad de asistencia, ayuda o cuidados por parte de una tercera persona.
Este concepto ha sido recogido expresamente en la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de Dependencia. Según el Artículo 2 la Dependencia es un «estado de carácter permanente en que se encuentran las personas que, por razones derivadas de la edad, la enfermedad o la discapacidad, y las ligadas a la falta o la pérdida de autonomía física, mental, intelectual o sensorial, precisan de la atención de otra u otras personas o ayudas importantes para realizar actividades básicas de la vida diaria o, en el caso de las personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental, de otros apoyos para su autonomía personal».
Al igual que la discapacidad, la deficiencia y la minusvalía, la dependencia afecta a toda la estructura de la población por edades. La dependencia puede aparecer en cualquier momento de la vida o no aparecer nunca, aunque es más habitual entre las personas mayores de 65 años. Por tanto, no podemos limitar el fenómeno de la dependencia a la población mayor de 65 años, aunque ellas son las que con más intensidad se ven afectadas.
En cuanto a las discapacidades que afectan a las personas mayores de 65 años y que dan lugar a situaciones de dependencia, la discapacidad más frecuente consiste en la dificultad para desplazarse fuera del hogar, tanto sin medio de transporte como sin él. En segundo lugar, habría que destacar la discapacidad para llevar a cabo tareas del hogar y otras relacionadas con la movilidad.
La población de los discapacitados mayores constituye un grupo importante aumentando ésta en la misma proporción que aumenta la variable. A consecuencia del envejecimiento aparecen bastantes discapacidades asociadas a enfermedades del corazón, a la artritis ya la pérdida del oído y la vista. La edad se constituye en sí misma como origen de discapacidades. Existe, por tanto, una asociación directa entre las limitaciones en la capacidad funcional y el aumento de la edad, aumentando considerablemente en las cohortes más ancianas.
Existen cinco enfermedades comunes a partir de los 65 años que desencadenan las dificultades en la autonomía para realizar AVD y actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD). Con mucha frecuencia las personas mayores de 65 años se enfrentan a enfermedades comunes como la artritis, el infarto o los accidentes cardiovasculares, la demencia o el Alzheimer, el Parkinson o la distrofia muscular. A partir del diagnóstico de esas enfermedades se presentan efectos en la salud que limitan las habilidades de las personas para desenvolverse en sus vidas.
De esta manera surgen la mala visión, los problemas en el aparato cardiovascular, las deficiencias osteoarticulares, procesos degenerativos que provocan deficiencias múltiples y demencias que tienen como consecuencia que la persona mayor muestre dificultades para desplazarse fuera del hogar y le sea difícil salir sin ayuda.
Por otra parte, la sinergia de las deficiencias osteoarticulares, los procesos degenerativos, las demencias y las deficiencias en el sistema nervioso, dificultan la movilidad dentro del propio hogar hasta tal punto que, asearse, vestirse u orientarse, pueden plantear graves limitaciones que generar dependencia.
Por último, los procesos degenerativos, las demencias y las deficiencias del sistema nervioso llegan a hacer que necesiten ayuda para comer y evitar las consecuencias de la incontinencia.
En definitiva, las últimas deficiencias con mayor incidencia en las personas mayores, las últimas tendencias en las últimas generaciones, las últimas tendencias en las últimas generaciones la autonomía, el cuidado personal (AVD) y las tareas domésticas (AIVD), derivando en muchos casos en situaciones de fragilidad general y dependencia de otras personas. estos grupos de deficiencias son los que provocan por término medio un mayor número de discapacidades (gráfico).