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Aunque nacemos solos. Vivimos acompañados.
La soledad es una moneda con dos caras. Una la negativa, producto de la sensación de vacío profundo cuando es por falta de amor o afecto en cualquiera de sus expresiones, dificultades económicas, falta de actividad, marginación, etc... Y la otra cara de la soledad, la positiva, es todo lo contrario. Es la del estado de plenitud espiritual. Recientes investigaciones indican que la soledad negativa puede afectarnos fisiológicamente y producir afecciones del corazón entre otras enfermedades. Se ha demostrado que las personas solitarias tienen niveles más altos de una sustancia denominada iterleukina-6 relacionada con enfermedades cardiovasculares que podrían provocar ataques del corazón o al cerebro. También, nos puede afectar psicológicamente y desencadenar depresión o llevarnos a la auto agresión y suicidio. Los que padecen de soledad no tienen edad, ni sexo, todos la pueden sufrir en un momento dado, dependiendo de distintas circunstancias.
Algunos intentan salir de ella erróneamente a través del alcohol o las drogas, no la superan y caen en una peligrosa depresión. Para salir de esta cara oscura de la soledad, la Fundación vuelca todos sus esfuerzos en voltear la moneda, encontrarnos a nosotros mismos y procurar desarrollar todas nuestras potencialidades como seres humanos. Podemos definir lo que queremos, y tomar la firme determinación de alcanzarlo, sin ponernos auto limitaciones o barreras que lo impidan.